John O'FarrellLa vida no puede irle mejor a Michael Adams. A una carrera plagada de éxitos como compositor de música publicitaria, hay que sumar el hecho de estar casado con una mujer, Catherine, a la que adora y de la que espera su tercer hijo.
Sin embargo, Michael siente un vacío que no sabe cómo llenar, un incontenible deseo de recuperar una libertad de la que ni siquiera está demasiado seguro de haber gozado alguna vez. Su placentera existencia como feliz marido, padre responsable y profesional de renombre se ha trastocado en una rutina en la que empieza a echar en falta algo de tiempo para sí mismo. Pero ¿cómo hallarlo?
Michael decide lanzarse a la búsqueda de un espacio para su ocio. Y qué mejor que alquilar un piso en el otro extremo de la ciudad en el que dar rienda suelta a sus caprichos. Porque ¿quién no ha deseado alguna vez tener un refugio donde poder dormir a destajo, ver telebasura e irse de marcha con los amigotes sin dar explicaciones a nadie?
Una vía de escape que puede acabar convirtiéndose en una forma de vida. ¿Acaso debería Michael abandonar familia y trabajo y huir de las responsabilidades? ¿O será posible congeniar su lógica necesidad de relax y diversión con sus obligaciones? ¿Aceptaría Catherine que él llevara semejante doble vida?
Michael se enfrenta a una tensa disyuntiva entre la responsabilidad y el placer, porque, al fin y al cabo ¿alguien sabe qué es lo mejor para el hombre?
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Sin embargo, Michael siente un vacío que no sabe cómo llenar, un incontenible deseo de recuperar una libertad de la que ni siquiera está demasiado seguro de haber gozado alguna vez. Su placentera existencia como feliz marido, padre responsable y profesional de renombre se ha trastocado en una rutina en la que empieza a echar en falta algo de tiempo para sí mismo. Pero ¿cómo hallarlo?
Michael decide lanzarse a la búsqueda de un espacio para su ocio. Y qué mejor que alquilar un piso en el otro extremo de la ciudad en el que dar rienda suelta a sus caprichos. Porque ¿quién no ha deseado alguna vez tener un refugio donde poder dormir a destajo, ver telebasura e irse de marcha con los amigotes sin dar explicaciones a nadie?
Una vía de escape que puede acabar convirtiéndose en una forma de vida. ¿Acaso debería Michael abandonar familia y trabajo y huir de las responsabilidades? ¿O será posible congeniar su lógica necesidad de relax y diversión con sus obligaciones? ¿Aceptaría Catherine que él llevara semejante doble vida?
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