Todo comenzó cuando se produjo el robo de las piedras de Júpiter, unas joyas de incalculable valor que, según la leyenda, habían pertenecido a la emperatriz Sisí.
En aquel momento, Abigail Whitaker Reed, descendiente de una rica familia de Boston, se las ingenió para que Le Chat, su amante y famoso piloto de carreras, fuera culpado del robo.
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En aquel momento, Abigail Whitaker Reed, descendiente de una rica familia de Boston, se las ingenió para que Le Chat, su amante y famoso piloto de carreras, fuera culpado del robo.
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